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Cápsulas de Placenta – Placentofagia

Escrito por Dr. José Octavio Zavala

En la actualidad, existe un creciente interés en la placentofagia entre las mujeres posparto, especialmente en los Estados Unidos. La placenta se puede comer cruda, cocida, tostada, deshidratada o encapsulada o mediante batidos y tinturas. La preparación más frecuentemente utilizada parece ser la encapsulación.

Se cocina al vapor, se deshidrata hasta dejarla crujiente, se aplasta para hacerla polvo y se encapsula para ingerirse. Existen datos de su recomendación incluso desde el año de 1500. En la antigua China se mezclaba con la leche humana para aliviar el agotamiento.

Muchas mujeres buscan comer su placenta con la esperanza de aumentar la energía y el estado de ánimo. Algunos de los beneficios que se le atribuyen son: prevención de la depresión, reducción del dolor y la hemorragia posterior al nacimiento, aumento de la producción de la leche materna y mejora de la vinculación madre-hijo. En realidad todas estas creencias han sido de carácter más anecdótico que verdaderamente científico o comprobado.

En entrevista a CNN la Doctora Crystal Clark psiquiatra y profesora de la Northwestern University Feinberg School of Medicine en Chicago comenta algunas de las publicaciones encontradas en revisión bibliográfica del año de 1950 al 2014 (1).

Ella reconoce que cada vez más mujeres preguntan al respecto o la usan para aliviar síntomas de trastornos emocionales o en cuanto a la deficiencia de hierro, por lo que simplemente les explica sobre la falta de evidencia al respecto y les aclara que no recomendaría sustituir un tratamiento ya establecido con antidepresivos o para corregir una deficiencia de hierro materno por un manejo ingiriendo cápsulas de placenta.

Los defensores de la placentofagia afirman que la placenta retiene hormonas y nutrientes que son beneficiosos para la madre, sin embargo en la revisión bibliográfica arriba mencionada solo se identificaron 49 estudios sujetos de inclusión tomando en cuenta estudios empíricos, en animales y en humanos.

Coyle y colaboradores (2015) encontraron que solo una minoría de mujeres en los países desarrollados considera que la placentofagia reduce el riesgo de depresión posparto y mejora la recuperación. La investigación animal experimental en apoyo de la reducción del dolor no se había aplicado en humanos.

Los estudios que investigan el consumo de placenta para facilitar la contracción uterina, la reanudación del ciclo de estrógeno y la producción de leche no fueron concluyentes. Al final resumen diciendo que los beneficios para la salud y los riesgos de la placentofagia requieren una mayor investigación sobre el contenido retenidos de la placenta cruda, cocida y encapsulada y sus efectos en la mujer posparto.

La investigación ha continuado desde entonces intentando aclarar las cuestiones metodológicas relacionadas y enfocadas principalmente con los componentes nutricionales y hormonales de la placenta y sus efectos sobre la producción de leche y la depresión posparto (3).

Existe evidencia y autoreportes también sobre la mejora del humor y la energía y estado de ánimo. Los modelos animales sugieren la posibilidad de un efecto analgésico, sin embargo también se ha escrito sobre los posibles riesgos que incluyen infección, tromboembolismo de estrógeno en el tejido de la placenta y acumulación de toxinas (4, 5).

Ante la falta de evidencia científica contundente sobre beneficios clínico y el hecho de que no se retienen nutrientes y hormonas placentarias en cantidades suficientes después de la encapsulación de la placenta para ayudar potencialmente a la madre después del parto, los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades en Estados Unidos emitieron recientemente una advertencia debido a un caso en el que un recién nacido desarrolló Streptococcus sepsis recurrente del grupo B neonatal después de que la madre ingirió cápsulas de placenta contaminadas que contenían Streptococcus agalactiae.

Los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades recomendaron que se evite la ingesta de cápsulas de placenta debido a la erradicación inadecuada de patógenos infecciosos durante el proceso de encapsulación (6).

Por lo tanto la CDC Norteamericana en respuesta a la mujer que expresa interés en la placentofagia, recomiendan que los médicos deben informar sobre los riesgos reportados y la falta de evidencia en cuanto a beneficios clínicos asociados desalentando su ingesta. Además los médicos también deben consultar con respecto a un historial de ingestión de placenta en casos de infecciones posparto materno o neonatales como Streptococcus sepsis del grupo B.

La investigación al respecto continua y para determinar si las hormonas esteroides libres (no conjugadas) y la melatonina en la placenta pueden sobrevivir al proceso de encapsulación (es decir, vaporización y deshidratación) se han analizado muestras de placenta procesadas para encapsulación mediante técnicas de cromatografía y han encontrado concentraciones detectables de hormonas, algunas en concentraciones que posiblemente podrían producir efectos fisiológicos (7).

En otros estudios buscando la correlación clínica de estos resultados en humanos que recibieron un suplemento que contenía su placenta deshidratada y homogeneizada contra placebo y en los cuales se analizaron las muestras de saliva al final del embarazo y en el postparto temprano.

Se encontró con técnicas de cromatografía líquida y espectrometría que no hubo diferencias significativas en las concentraciones de hormonas salivales entre los grupos de ingesta de placenta y los grupos placebo después de la suplementación.

Sin embargo si hubo relaciones dosis-respuesta significativas entre la concentración de las 15 hormonas detectadas en las cápsulas de placenta y las correspondientes medidas de hormona salival en los participantes del grupo de ingesta de placenta no observados en el grupo de placebo. Las concentraciones salivales más altas de estas hormonas en el grupo de la placenta reflejan las concentraciones más altas de estas hormonas en los suplementos de la misma, en comparación con el placebo.

Concluyen que algunas hormonas en la placenta encapsulada conducen a pequeñas pero significativas diferencias en los perfiles hormonales de las mujeres que toman cápsulas de placenta en comparación con las que toman un placebo, aunque estos cambios de dosis-respuesta no fueron suficientes para producir diferencias hormonales significativas entre los grupos. Sin embargo, si los modestos cambios hormonales debidos a la administración de suplementos de placenta están asociados con efectos posparto terapéuticos, está pendiente una investigación más a fondo (8).

El estudio previo continuó en una segunda etapa clínica de estudio piloto aleatorizado y doble ciego controlado para evaluar el estado de ánimo materno, los vínculos y la fatiga. Se evaluaron a través de escalas validadas en cuatro puntos de tiempo durante el final del embarazo y el postparto temprano.

Los datos psicométricos se analizaron para detectar cambios entre y dentro de ambos grupos a lo largo del tiempo. No se observaron efectos principales significativos relacionados con el estado de ánimo materno, la vinculación o la fatiga entre los participantes del grupo placebo y la placenta. Sin embargo, el examen de puntos de tiempo individuales sugirió que algunas medidas tenían diferencias específicas relacionadas con el tiempo entre los grupos de placenta y placebo que pueden justificar una exploración futura.

Aunque la significación estadística no debe interpretarse en estos casos, sí encontramos alguna evidencia de una disminución de los síntomas depresivos dentro del grupo de placenta pero no del grupo de placebo, y reduce la fatiga en los participantes del grupo de placenta al final del estudio en comparación con el grupo de placebo (9).

Se concluye de esta segunda etapa de investigación que no hay diferencias sólidas en el estado anímico posparto, la vinculación o la fatiga entre los grupos de placenta y placebo. Dadas las limitaciones del estudio, estos hallazgos deben interpretarse como preliminares. Las pequeñas mejoras relacionadas con el tiempo en el estado de ánimo de la madre y la menor fatiga después de la suplementación entre los participantes del grupo de placenta pueden justificar una mayor investigación.

Finalmente en alusión a la creencia de que la ingesta de cápsulas de placenta ayuda con la deficiencia de hierro en el posparto, se realizó investigación mediante estudio piloto randomizado doble ciego y controlado en el que se midió el estado del hierro materno vía hemoglobina, transferrina y ferritina en sangre  durante el embarazo y a diferentes tiempos del posparto encontrando que no hubo diferencias entre las mujeres que consumieron suplementos de placenta encapsulada en comparación con las que consumieron el placebo de carne de res.

Este puede ser un hallazgo especialmente importante para las mujeres con postparto deficiente en hierro y cuya única fuente de hierro suplementario en la dieta es la placenta encapsulada, ya que puede proporcionar una fuente inadecuada de hierro suplementario en los casos de deficiencia (10).

La conclusión final de la presente revisión sobre la ingesta de placenta es que no hay evidencia a la fecha de sus beneficios y que por otro lado si puede llegar a ser un riesgo potencial para la salud según reportes aislados. Las organizaciones de atención médica deberían desarrollar pautas clínicas claras para implementar un enfoque científico y profesional de la placentofagia humana y las mujeres deben ser adecuadamente informadas para que lleguen a tomar las mejores decisiones con respecto a su salud.

Referencias

1. http://cnnespanol.cnn.com/2015/06/05/comer-placenta-la-moda-de-las-nuevas-madres-con-beneficios-dudosos/

2. Coyle, C.W., Hulse, K.L., Driscoll, KE., Clark CT., (2015). Placentophagy: therapeutic miracle or myth?. Arch Womens Ment Health. 2015 Oct;18(5):673-80.

3. Marraccini, ME., Gorman, KS. (2015). Exploring Placentophagy in Humans: Problems and Recommendations. J Midwifery Womens Health. 2015 Jul-Aug;60(4):371-9.

4. Giovinazzo M. Brown M., (2016). A Literature Review on the Practice of Placentophagia. Nurs Womens Health. 2016 Oct – Nov;20(5):476-483.

5. Hayes, EH. (2015). Consumption of the Placenta in the Postpartum Period. J Obstet Gynecol Neonatal Nurs. 2016 Jan-Feb;45(1):78-89.

6. Chervenak, McCullough, Bergen, Grünebaum, (2017). Human placentophagy: a review. Am J Obstet Gynecol. 2017 Aug 30.

7. Young, SM. et al. (2016). Presence and concentration of 17 hormones in human placenta processed for encapsulation and consumption. Placenta. 2016 Jul;43:86-9.

8. Young SM. et al. (2017). Effects of placentophagy on maternal salivary hormones: A pilot trial, part 1. Women Birth. 2017 Nov 23. pii: S1871-5192(17)30207-X.

9. Young, SM. Gryder, LK. Cross, C., Zava, D., Kimball, DW. Benyshek, DC. (2017). Placentophagy’s effects on mood, bonding, and fatigue: A pilot trial, part 2. Women Birth. 2017 Nov 23. pii: S1871-5192(17)30208-1.

10. Gryder, LK., Young, SM., Zava, D., Cross, CL., Benyshek, DC. (2017). Effects of Human Maternal Placentophagy on Maternal Postpartum Iron Status: A Randomized, Double-Blind, Placebo-Controlled Pilot Study. J Midwifery Womens Health. 2017 Jan;62(1):68-79. doi: 10.1111/jmwh.12549. Epub 2016 Nov 3.

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